Hans Jonas


1. Introducción.

Ante la creciente influencia del poder tecnocientífico, surge la ética de la responsabilidad de Hans Jonas, con la finalidad de preservar la existencia auténticamente humana y prevenir los riesgos y efectos devastadores que los avances tecnocientíficos suponen. Jonas advierte que la existencia humana se encuentra en una situación crítica debido a las consecuencias que el progreso tecnocientífico conlleva; es necesario señalar que el autor no es contrario al avance tecnocientífico en sí, sino al avance inconsciente e irresponsable de la técnica que supone una amenaza para el futuro de la raza humana y de la naturaleza en su conjunto.

La ética creada por Jonas refleja una gran influencia de su marco biográfico: nació en el seno de una familia judía, realizó los estudios de filosofía y teología, y sufrió las dos guerras mundiales. Ante los brutales acontecimientos que tuvieron lugar en el transcurso de su vida, Jonas creó una ética basada en la responsabilidad, elemento clave para disminuir los efectos atroces de la técnica humana, que es llevada a cabo sin reflexión previa, ante las consecuencias que puede suponer para el presente de la existencia humana y su futuro.

Hans Jonas forma parte del paradigma consecuencialista, debido a que su ética está basada en tener en cuenta los efectos, resultados y principios reguladores de cualquier acción, sin embargo está fundamentada en la metafísica de la que extrae ciertos imperativos en los que fundar la teoría, de lo que extraemos que se observa un cierto apriorismo, al partir de principios para posteriormente llegar a ciertas consecuencias; lo anterior crea una cierta circularidad que aporta a la teoría densidad y coherencia.



2. Fundamentación de la ética orientada al futuro.

Jonas comienza señalando la diferencia entre la concepción tradicional de los derechos y el deber para con la ética orientada al futuro, tradicionalmente los derechos y deberes se fundamentaban en la idea de reciprocidad, en la que a través de los derechos del “otro” quedan configurados los míos; lo anterior no sirve para una ética basada en el futuro ya que el “otro” aún no existe, y por lo tanto tampoco el deber para con él. Por lo tanto, es necesario un nuevo principio en el que fundamentar la ética orientada al futuro, y Jonas señala al deber como fundamento primero de su ética y basa a este último en el “ser” cuyo imperativo es “toda vida plantea exigencia de vida”.

El deber al que Jonas se refiere reside en el concepto de responsabilidad en la moral tradicional se trata de un deber no recíproco que se practica espontáneamente, como por ejemplo en la relación padre e hijo. El progenitor es responsable de la protección de la descendencia ya que a él se debe su existencia, y la progenie precisa de sus cuidados para que sea posible su supervivencia, derecho que adquieren al nacer. Pero el derecho a nacer de las generaciones futuras es infundamentable, tal y como señala el autor, lo futuro aún no es y por lo tanto no puede fundamentarse en la responsabilidad de lo que es; por lo que con su ética añade el principio necesario para fundamentar la responsabilidad con el futuro: el deber para con el “ser”.

Jonas señala que el deber de responsabilidad para con la humanidad futura es posibilitar la esencia humana, esta esencia está amenazada por ciertos peligros que también amenazan la propia existencia; por otra parte, respecto a los derechos y deberes, los hombres futuros tienen el derecho de acusarnos"de ser los autores de su desdicha", luego existe también en nosotros un deber de autores que responde al derecho anterior. Así como es nuestro deber velar por la auténtica humanidad, también ha de ser el deber de los hombres futuros, por ello debemos posibilitar con nuestras acciones que dicho deber pueda ser llevado a cabo, tarea que hace peligrar el avance de la tecnociencia. El mantenimiento del ser y la esencia humana son pilares fundamentales en la ética orientada al futuro de Jonas, por ello, propone como primer imperativo “que haya humanidad”, tarea de la que son responsables los humanos del presente y del futuro, no sólo han de posibilitar que haya humanos, sino también que éstos sean partícipes de la esencia humana. El imperativo anterior nos hace responsables de la idea de hombre que exige su materialización en el mundo, se trata de una idea ontológica que no garantiza la existencia del hombre, pero que exige su presencia en el mundo, y por ello es un deber del hombre actual; la idea de hombre nos dice por qué debe haber hombres y cómo deben ser. Jonas añade respecto a la idea del ser del hombre un imperativo categórico no hipotético: “Si en el futuro existen hombres, entonces rigen tales y cuales deberes para con ellos, que debemos observar por anticipado”. Este imperativo obliga a que haya hombres en el futuro, porque la propia idea de hombre lo exige, y se trata de una idea del ser, por lo que este principio de la ética orientada al futuro se basa en la metafísica en cuanto doctrina del ser, a la que corresponde la idea de hombre. Jonas funda su ética en la metafísica, y afirma que el imperativo anterior contradice dos dogmas de los que es acusada la metafísica tradicionalmente: no existe la verdad metafísica y del ser no puede derivarse el deber; lo último se debe a que refiere a un sólo concepto de ser verdadero y único; y volviendo al primer dogma, la negación de la metafísica presupone un concepto de conocimiento del que no se puede obtener verdad científica de los objetos de la metafísica, pero esta negación no supone un problema para ética del futuro ya que toda ética esconde una metafísica, según Jonas. La ética orientada al futuro debe estar basada, además, en una metafísica racional que no esté determinada por los cánones de la ciencia positiva, de la que a priori solo podemos saber dos cosas: debe retroceder hasta la pregunta del ser y su relación con el deber, y no debe anclarse en el antropocentrismo que caracteriza a la ética tradicional.

3. El futuro de la humanidad y la naturaleza.

En la era de la civilización técnica el principal deber del hombre es garantizar el futuro de los hombres, en este deber está contenido el futuro de la naturaleza que es su morada terrena; reducir el deber del hombre al hombre, dejando a un lado a la naturaleza, representa una deshumanización del hombre y contradice su meta que es garantizar la esencia humana en los hombres futuros, que no podría darse si la naturaleza no permanece; además el hombre es producto de la naturaleza por lo que debemos fidelidad a todas sus creaciones, entre ellas nuestro propio ser. Jonas señala que el hombre tiene posibilidad de ejercer su poder sobre la naturaleza, ésto es un derecho natural fundado en la posibilidad; pero el deber para con el hombre incluye el deber para con la naturaleza ya que es la condición de su permanencia y un elemento de su existencia; ésta comunidad del hombre y la naturaleza descubre la dignidad de la última, y nos llama a preservar su integridad. En la naturaleza todo es diversidad, se trata de una suma de agresiones que se limitan recíprocamente y que a veces se acompañan de destrucción, la ley de la ecología evita el abuso de la naturaleza por parte de los hombres para preservar la permanencia del todo, pero lo anterior no es suficiente, es necesaria un ética para con el futuro que descubra la dignidad de la naturaleza y la imposibilidad del mantenimiento de la esencia humana sin ella, una ética que muestre la relación necesaria entre el ser humano y la naturaleza en la que habita.



Debido al desarrollo del pensamiento y la civilización técnica, el hombre está en situación de ponerse en peligro a sí mismo y a todas las demás formas de vida. Jonas afirma que, para Aristóteles, el hombre se elevaba por encima de la naturaleza pero su mera contemplación no le infringía daño; pero con el intelecto práctico emancipado con la llegada de la ciencia y la instauración del experimento, con el que se produce un efecto en la naturaleza, como pilar principal de su desarrollo, se oponen a la naturaleza tanto el pensamiento como la acción. Para Jonas actualmente el peligro es evidente, y el poder unido a la razón conlleva cierta responsabilidad, que ha aumentado al igual que lo ha hecho nuestro poder de destrucción. Aquí surge un nuevo deber a partir del peligro, junto a una ética de la conservación, de la prevención (y no de progreso), de la custodia y del perfeccionamiento. Todo trabajo del hombre auténtico pasa a depender de la conservación de "la existencia de la humanidad en una naturaleza aceptable". La tarea del hombre actual es la de mantener la posibilidad para los humanos futuros, por lo que lo principal de esta ética para con el futuro es decir no al no-ser y sí al ser, significa decir sí a la conservación de la esencia humana en las generaciones futuras, y sí a la conservación de la naturaleza sin la cual esta esencia no puede darse.



4. El principio de responsabilidad.


En este apartado vamos a explicar las primeras distinciones, que establece Jonas, necesarias para comprender su concepto de responsabilidad:
  1. Responsabilidad como imputación causal de los actos cometidos.
    El poder causal es condición de posibilidad de la responsabilidad. El daño causado ha de ser reparado aunque éste no se haya cometido ni si quiera intencionalmente. Sin embargo esto no se puede dar de una manera tan simple cuando en él no hay una conexión directa entre el daño cometido y su causante. Aquí Jonas nos habla de un concepto "vertical" de responsabilidad, ya que afirma que puede suceder el caso de que alguien tenga que asumir responsabilidades sin tener la culpa, en un sentido efectivo: se pude dar el caso de que alguien tenga que hacerse responsable de algún subordinado a su cargo: "El superior reúne de manera general en su persona la causalidad de sus subordinados" (El principio de responsabilidad, editorial Herder Barcelona 1995,pág. 161.). Este poder causal estaría vinculado a una justicia legal, sin embargo no tardó en añadirse a este marco de responsabilidades el castigo, entendido como un concepto moral. El centro del castigo siempre es el acto, puede suceder que haya acciones que no lleguen a llevarse a cabo y que puedan tener algún tipo de castigo. Sin embargo no debemos dejar de advertir que los actos siempre tendrán una represalia mayor, así por ejemplo, la conspiración de un robo es delito y se le impone un castigo no para reparar el daño hecho, sino para restablecer el orden moral; aunque sigue siendo un delito no tan grave como el hecho del robo en sí. He aquí la distinción entre responsabilidad moral y responsabilidad civil, y su reflejo en el desarrollo del derecho penal y el derecho civil. Ambos tienen en común la responsabilidad entendida como una carga formal que no pone fines, y que pesa sobre toda acción causal; que establece el derecho a pedir cuentas sobre estas acciones, y que es condición previa a la moral, pero ella misma no lo es todavía.
  2. La responsabilidad por lo que se ha de hacer: El deber del poder.
    Jonas nos habla sobre la responsabilidad que lleva tras de si la construcción preposicional “por lo”, esto es cuando existe una responsabilidad que está orientada al bienestar de otros, o de algo externo a mí, pero que está inserto en el campo de alcance de mi poder. Esa cosa es mía entonces, porque tiene una relación causal con mi poder. Al haber una dependencia, concepto moral, de algo externo que se ha vuelto mío, al ser mi poder la causa de su existencia; mi responsabilidad es obligada, y es un responsabilidad afectiva, según Jonas. Este sentimiento afectivo, es decir, a lo que hoy llamamos ética, tiene su origen en la bondad de la cosa (teleología de los organismos vivos), y abochorna al egoísmo del poder.
  3. ¿Qué significa "actuar irresponsablemente"?.
    Solo, si tenemos responsabilidad, si existe esa cosa externa que está dentro del alcance de nuestro campo de poder, podemos actuar de manera irresponsable. El control sobre otros, exige obligaciones para con ellos. Cuando se comete una irresponsabilidad se comete un acto de no fidelidad a este principio, el cual a los ojos de nuestro autor es imprescindible.
  4. La responsabilidad es una relación no recíproca.
    Para Jonas, no es claro que la responsabilidad se pueda dar entre individuos iguales o independientes. En el caso de actuar con solidaridad en empresas con mucho peligro, tales como pueden ser una guerra, esta solidaridad se ejerce en favor del fin común, no por la responsabilidad que tenemos para con nuestros iguales. Jonas describe el ejemplo de la familia, en el que se ve claramente que siempre hay una carga mayor de responsabilidad en las relaciones verticales, como en la de padre-hijo, que en las horizontales, como en las relaciones de hermanos.
  5. La predicción derivada del poder causal analítico.
    Hoy en día contamos con un poder analítico con el que ninguna otra época pudo soñar. Podemos deducir y calcular las posibilidades del presente y liberarnos de el método de inducción por analogía, con el pasado. Sin embargo, cuanto más poder de predicción teórica tenemos, más son las incógnitas que se presentan; y cuanto más complejo es el horizonte de saberes que tenemos para el futuro, y para el destino colectivo, mucho mayor es la responsabilidad de esta misma colectividad.
Estas son las distinciones previas que a ojos de Jonas, suponen la antesala a la compresión profunda de su principio de responsabilidad, el cual se puede condensar en el siguiente imperativo: “Actúa de tal manera que los efectos de tu acción sean compatibles con la permanencia de una vida humana auténtica”, éste junto con la heurística del temor son las claves para una ética que modere la conducta humana, que es en último término, el objetivo de su teoría.



5. Heurística del temor.

Al realizar una acción el hombre tiene esperanza respecto a los fines y consecuencias que se darán tras su realización, dicha esperanza crea un cierto temor y respeto ante la inseguridad de no poder prever las consecuencias de la acción, dicho temor al ser aplicado a lo desconocido se convierte en condición de la responsabilidad activa, no como un temor que paraliza la acción ante las consecuencias respecto al futuro, sino como un temor que activa y fomenta la acción, un temor que hace al ser humano más responsable a la hora de decidir que acciones ha de tomar y de sopesar las consecuencias futuras que resultarán de ellas. Para Jonas, el hombre a través del temor, se conciencia respecto al futuro y las acciones que lleva a cabo respecto a las consecuencias que éstas conllevan; por ello cuanto más temor nos infunda el futuro más responsabilidad tiene el hombre respecto a éste, y más respeto adquiere respecto a las consecuencias de las acciones que lleva a cabo. Así el temor se convierte en un deber que va acompañado de la esperanza (de poder dejarlo de lado y así actuar) y del respeto.

A través del respeto y el temor se protege el hombre de errar y por lo tanto también se protege el futuro y la humanidad futura.
"Lo paradójico de nuestra situación consiste en que el respeto perdido hemos de recobrarlo a través del estremecimiento; lo positivo a través de la representación de lo negativo; el respeto a lo que el hombre fue y es, a través del estremecimiento retrospectivo ante lo que podría llegar a ser y ante la mirada que tal posibilidad clava sobre nosotros desde el futuro pensado de antemano."
El respeto es lo que salvará al futuro de la naturaleza y la humanidad de las consecuencias de las acciones humanas presentes; a través del temor, el respeto y la responsabilidad se preserva la "imagen fiel" o la esencia humana en las generaciones futuras.


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